Si el niño se atreve a interpretar al lobo, es que la situación se puede salvar; él se pone en el lugar de ese supuesto malo, pero ahora con su ánimo, con su digamos... ética, y comprobará que no es tan malo porque ha hecho de lobo y no era tan malo. En su interpretación él ha sido el guionista de un lobo que no es amable que puede que sea mal asustador, en definitiva que él puede controlar, pero sin llegar a los pánicos.
Sin embargo si el niño no se atreve a interpretar al lobo, y siempre huye de el, acepta como válidos los miedos insalvables de los padres. Será tanto el temor que tenga a todo, que en su vida probablemente para poder vivir, para poder existir, para poder llevar a cabo su vida, interpretará pero ya de mayor, a un lobo muy desagradable.
Siempre los más reprimidos han sido los mayores dictadores. El sufrir te hace humano, el sufrir excesivamente te hace un grandísimo hijo de... ¿loba?
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